29.9.24

La religion


Una forma de ser un revolucionario y trabajar por un nuevo mundo de igualdad social, de libertades civiles y de democracia, pudo ser librarse del peso muerto de la ortodoxia. El judaísmo ortodoxo dicta cada una de las acciones de cada momento del día e impone diferencias entre judíos y no judíos que prácticamente garantizan la persecución del grupo más débil.

Lógicamente, cuando mi padre llegó a Estados Unidos y se libró de la abrumadora presencia de su padre, inició una vida secular. No del todo, por supuesto. Las normas dietéticas son difíciles de romper cuando se ha aprendido que la carne de cerdo es el caldo del infierno. No se puede ignorar del todo a la sinagoga local y todavía se mantienen las tradiciones bíblicas.

Pero no recitaba la gran cantidad de oraciones prescritas para cada actividad y nunca hizo el menor intento de enseñármelas. Ni siquiera se molestó en que yo hiciera mi Bar Mitzvah a la edad de trece años: la ceremonia en la que un joven se convierte en un judío con todas las responsabilidades de obedecer las leyes judías. No he tenido religión porque nadie hizo ningún esfuerzo para enseñármela, ninguna religión.

Durante una temporada, en 1928, mi padre, que necesitaba algo de dinero extra, trabajó como secretario de la sinagoga local. Tenía que asistir a sus servicios religiosos y algunas veces me llevaba con él. (No me gustaba.) Como un gesto de gratitud, me inscribió en la escuela hebrea, donde empecé a aprender un poco ese idioma. Esto significaba estudiar el alfabeto hebreo y su pronunciación, y como el yidish utiliza el mismo abecedario, descubrí que podia leer yidish.

[...] Los libros de ciencia y los de ciencia ficción me habían mostrado su versión del universo y no estaba dispuesto a aceptar la historia del Génesis sobre la creación o de los distintos milagros descritos en el libro.

A veces me han acusado de no ser religioso como un acto de rebeldía contra unos padres ortodoxos. Puede que esto haya sido verdad en el caso de mi padre, pero no en el mío. No me he rebelado contra nada. Me dejaron libre y me gustó mucho esta libertad. Lo mismo les sucedió a mi hermano y a mi hermana, y también a nuestros hijos.

Debo añadir que tampoco es que no encuentre nada en el judaísmo y que quiera buscar algo más para llenar el vacío espiritual que hay en mi vida. Nunca, en toda mi vida, ni siquiera por un momento, me he sentido tentado por ninguna religión de ningún tipo. El hecho es que no siento ningún vacío espiritual. Tengo mi filosofía de la vida, que no incluye ningún aspecto sobrenatural y que encuentro totalmente satisfactoria. En resumen, soy un racionalista y sólo creo lo que me dice la razón.

No vaya a pensar que es fácil. Estamos tan rodeados de historias sobrenaturales, de la aceptación sin problemas de lo paranormal, de la amenaza de los distintos poderes que intentan con todas sus fuerzas convencernos de la existencia de lo sobrenatural, que hasta los más firmes podemos sentirnos desfallecer.