Curso intensivo de incomunicación
La guerra es la continuación de la televisión por otros medios, diría Karl von Clausewitz, si el general resucitara, un siglo y medio después, y se pusiera a practicar el zapping. La realidad real imita la realidad virtual que imita la realidad real, en un mundo que transpira violencia por todos los poros. La violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo. Ya no es necesario que los fines justifiquen los medios. Ahora los medios, los medios masivos de comunicación, justifican los fines de un sistema de poder que impone sus valores en escala planetaria. El Ministerio de Educación del gobierno mundial está en pocas manos. Nunca tantos habían sido incomunicados por tan pocos.
El pensamiento vivo de las dictaduras militares
Durantes los recientes años de plomo, los generales latinoamericanos pudieron hacer oír su ideología, a pesar del estrépito de la metralla, las bombas, las trompetas y los tambores. En pleno arrebato bélico, el general argentino Ibérico Saint-Jean gritó: - !Estamos ganando la tercera guerra mundial! En pleno arrebato cronológico, su compatriota, el general Cristino Nicolaides, vociferó: - !Hace dos mil años que el marxismo amenaza a la Civilización Occidental y Cristiana! En pleno arrebato místico, el general guatemalteco Efraín Ríos Montt bramó: - !El Espírtu Santo conduce nuestros servicios de inteligencia! En pleno arrebato científico, el contraalmirante uruguayo Hugo Márquez rugió: - !Hemos dado un giro de trescientos sesenta grados a la historia nacional! Concluida la epopeya, el político uruguayo Adauto Piñales celebró la derrota del comunismo. Y en pleno arrebato anatómico, tronó: - !El comunismo es un pulpo que tiene la cabeza en Moscú y los testículos por todas partes!
La industria del miedo
El miedo es la materia prima de las prósperas industrias de la seguridad privada y del control social. Una demanda firme sostiene el negocio. La demanda crece tanto o más que los delitos que la generan, y los expertos aseguran que así seguirá siendo. Florece el mercado de las policías privadas y las cárceles privadas, mientras todos, quien más, quien menos, nos vamos volviendo vigilantes del prójimo y prisioneros del miedo.
[...] en el mundo colonizado, descalifica a las mayorías; en el mundo colonizador, margina a las minorías.
En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita. Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública: el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado; el imperialismo se llama globalización; las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo; la traición se llama realismo; los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos; la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar; el derecho del patrón a despedir el obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral; el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como se la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría; en lugar de dictadura militar, se dice proceso; las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicos; cuando los ladrones son de buena família, no son ladrones, sino cleptómanos; el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito; se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóviles; para decir ciegos, se dice no videntes; un negro es un hombre de cor; donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida; repentina dolencia significa infarto; nunca se dice muerte, sino desaparcición física; tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batallha son bajas, y los civiles que se ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales; en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró: "No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan"; se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar; Dignidad era el nombre de uno de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya; se llama Paz y justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras rezaban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.
Mundo infantil
Hay que tener mucho cuidado al cruzar la calle, explicaba el educador colombiano Gustavo Wilches a un grupo de niños: - Aunque haya luz verde, nunca vayan a cruzar sin mirar a un lado, y después al otro. Y Wilches contó a los niños que una vez un automóvil lo habia atropellado y lo había dejado tumbado en medio de la calle. Evocando aquel desastre que casi le costó la vida, Wilches frunció la cara. Pero los niños preguntaron: - ?De qué marca era el auto? ? Tenía aire condicionado? Y techo solar eléctrico? ?Tenía faros antiniebla? ?De cuántos cilindros era el motor?
Eduardo Galeano | La escuela del mundo al revés
