23.7.17

el educador mercenario


La Polla Records || 1984


Se preguntaba por la ‘posibilidad’, después de Auschwitz, de una Educación que nunca ha existido - o ha existido sólo como «falsa consciencia», como mito, como componente esencial de la «ideología escolar». Esa Educación de Adorno tampoco fue posible «antes» de Auschwitz. Más aún: los campos de concentración y de exterminio fueron concebidos y realizados gracias, en parte, a la educación «real», «concreta», que teníamos y que tenemos - la educación obligatoria de la juventud ‘recluida’ en Escuelas; la educación que segrega socialmente, que aniquila la curiosidad intelectual, que modela el carácter de los estudiantes en la aceptación de la Jerarquía, de la Autoridad y de la Norma, etc., ésta es la única «educación» que conocemos - a la cual las democracias contemporáneas pretenden meramente lavarle la cara. Esta educación ‘efectiva’, de cada día en todas las aulas, habiendo coadyuvado al horror de Auschwitz, sigue siendo perfectamente posible después...

Has hablado de “anti-pedagogía”... ¿A qué te refieres con ese concepto? ¿Qué recriminas al ‘pedagogismo’ moderno?

En esencia, entiendo por “anti-pedagogía” la negación del dogma fundacional de ese taimado saber: el prejuicio de que hay algo que corregir y algo que forjar en la subjetividad de los jóvenes. Como anti-pedagogo, yo niego ese supuesto; y, para el ejercicio de la Corrosión que sugiero, y que durante dos años llevé a cabo, propongo justamente lo contrario: no pretender hacer nada “por” los estudiantes, dejar en paz a la juventud, no inmiscuirnos en “sus” asuntos, permitir que cada cual decida dónde reside su propio ‘bien’... Luchar contra la máquina escolar, obstruir sus movimientos característicos, dificultar su funcionamiento coercitivo. Luchar contra la máquina, mas ya no por los alumnos. Contra la máquina y, accidentalmente, con los alumnos (ya que la resistencia estudiantil puede ‘converger’ con la práctica corrosiva de los antiprofesores; y cabe cierta complicidad en el fraude, cierta solidaridad en la transgresión); pero nada más.

Al no situarse “por encima” de los demás, al no incurrir en la infamia de usurpar la voz del otro (infamia de hablar ‘por’ los estudiantes, de transformar los método en su nombre, etc.), el anti-profesor aún en ejercicio, en pleno ‘recorrido’, no pretende salvar a nadie, no procura ayudar a nadie -¿cómo, si apenas está seguro de saber ayudarse a sí mismo? No le interesa, en absoluto, la cabeza del estudiante: lo suyo es desguazar la maquinaria escolar, desescolarizarse. A esto se refiere el término “anti-pedagogía”, que está en mi punto de partida. La Polla Records, en “Gurú”, tema de su álbum Salve, centró muy bien esta cuestión: 

“Has venido a salvarme, de la otra parte del mundo; 
me traes la salvación, pero eso es por tu cuenta y riesgo. 
¿Quién cojones te ha mandado? 
¡Gurú! Una patada en los huevos es lo que te pueden dar... 
¡Vete a salvar a tu viejo, sólo pretendes cobrar! 


Lo mismo que Marx, lo mismo que Nietzsche, lo mismo que Illich y Reimer, yo no ‘venero’ el ídolo del Confinamiento Educativo, no hago mío ese dogma. Considero, además, que, desde el punto de vista de la “resistencia”, de la “contestación”, de la “oposición” al Sistema, lo más coherente sería negar esa exigencia del Encierro, del Enclaustramiento; y trabajar para que, fuera de la Escuela, en la sociedad civil, en el extrarradio de las instituciones estatales, los jóvenes vean multiplicados los medios (los recursos, los instrumentos) de su auto-educación: colaborar, p. ej., en la creación y en el funcionamiento de ateneos, bibliotecas alternativas, asociaciones culturales, foros de discusión, revistas, galerías independientes, editoriales, colectivos de un signo o de otro, talleres de creación, etc., etc. 

Pedro G. Olivo